Cómo aprovechar al máximo la escuela
Si te pidieran que expresaras con una palabra lo que piensas de la educación escolar, ¿cuál usarías?
Si te pidieran que expresaras con una palabra lo que piensas de la educación escolar, ¿cuál usarías?
·
¿Aburrida o interesante?
·
¿Frustrante o enriquecedora?
·
¿Estresante o agradable?
Si tienes una
opinión fundamentalmente negativa, ¿qué puedes hacer? Si, por el contrario,
tienes una actitud positiva, ¿cómo puedes mejorar tus habilidades para sacarle
el máximo jugo a tu formación académica? Cinco claves para que te vaya bien en
la escuela.
Motívate
Para motivarte en
cualquier cosa que emprendas, debes ver su valor práctico.
¿QUÉ valor práctico tienen los estudios? Son un medio para adquirir
sabiduría, ¿En qué sentido? Ilustrémoslo con un ejemplo. Imagínate que vas
caminando por un vecindario peligroso. ¿Qué preferirías: estar solo o estar con
un grupo de amigos que te ayudaran si fuera necesario? Pues bien, si recibes
una buena educación, estarás acompañado en todo momento de “amigos” fuertes.
Entre ellos figuran:
·
La capacidad de razonar. La educación te
permite desarrollar lo que se llama “sentido común” y “discernimiento”. Con
estas facultades podrás resolver tus propios problemas en vez de esperar
siempre que los demás te saquen de apuros.
·
Las habilidades sociales. Se aconseja ejercitar
cualidades como la gran paciencia y el autodominio. Al relacionarte con
tanta variedad de personas en la escuela, tienes una amplia oportunidad para
dominar dichas habilidades, junto con otras como la tolerancia, el respeto y la
empatía. Todas ellas te serán de gran utilidad en tu vida social de adulto.
·
Una preparación práctica. La escuela te
enseña el valor de una sólida ética de trabajo, la cual te ayudará a encontrar
un empleo y conservarlo. Además, la escuela desarrolla tu capacidad para
analizar mejor el mundo que te rodea, la clase de persona que eres y lo que
crees. Solo con convicciones firmes podrás defender tus creencias, siempre con
respeto.
Conclusión: Puesto que
necesitas recibir una educación, ¿qué sentido tiene que les des vueltas y más
vueltas a las cosas que te desagradan de la escuela? Es mejor que te
motives pensando en los beneficios antes mencionados. Quizás hasta se te
ocurran otros más.
¿Por
qué no comienzas desde ahora? Piensa en cuál es tu motivación
principal para estudiar.
Los buenos profesores no se
olvidan
“En la secundaria tuve un
profesor de economía que podría haber trabajado para una entidad financiera
pero prefirió dar clases en nuestra escuela, en un barrio pobre donde a casi
ningún muchacho le interesaba esa materia. Él nos enseñaba con sencillez y
sentido del humor, y nos hacía ver lo práctico que podía ser para nosotros lo
que aprendíamos. Incluso llamó una vez a mi madre para contarle que me había
quedado muy bien una composición. Cuando le preguntaban por qué enseñaba en
nuestra escuela, respondía que era el mejor trabajo que había tenido.
Él nos entendía, se preocupaba por nosotros y nos elogiaba. Es el
mejor profesor que he tenido.” (Reyon, Estados Unidos.)
Organízate
El pequeño esfuerzo que debas hacer para organizarte te reportará
grandes beneficios: más tiempo, menos estrés y mejores notas.
IMAGÍNATE que
entras en una tienda a comprar un artículo y encuentras que la mercancía se
halla dispersa por todas partes, sin ningún tipo de orden. ¿Cuánto tiempo te
tomaría hallar lo que buscas? ¿No sería más fácil si todo estuviera
clasificado y organizado en las estanterías, y los pasillos estuvieran
claramente identificados? Este mismo principio puede aplicarse a tus estudios.
¿Cómo?
Hazte un horario.
Zachary, un joven de 18 años de Estados Unidos, cuenta: “Una vez
pasé todo el fin de semana en casa de un amigo y me olvidé de todo: de los
deberes y de las tareas de la casa que me correspondían. El lunes me tocó
rogarles a los profesores que me dejaran presentar los trabajos después. Ahora
hago una lista de cosas pendientes para recordar lo que tengo que hacer”.
También a
Celestine, de Papúa Nueva Guinea, le fue útil anotar las cosas. Recordando sus
días de estudiante, ella dice: “Tenía una agenda con todas mis actividades: las
tareas, los exámenes, los compromisos sociales... Eso me ayudaba a ordenar las
prioridades y a entregar los trabajos a tiempo”.
Sugerencia: Lleva una lista de
cosas por hacer en una libreta o en tu teléfono celular u otro aparato
electrónico.
No lo dejes para después.
Es fácil decir: “Lo haré más tarde”. Pero es mejor no posponer las
cosas, sobre todo los deberes.
Sugerencia: Ponte a hacer la
tarea en cuanto llegues a casa, antes de encender la televisión o dedicarte a
otra actividad recreativa.
Organiza tus útiles escolares.
¿Te ha pasado que llegaste a clase y allí te diste cuenta de que habías
dejado en casa el cuaderno, el bolígrafo o un libro? ¡Qué fastidio! ¿Cómo
evitar que eso te suceda? “Siempre preparaba mi mochila con tiempo”, dice Aung
Myo Myat, de Myanmar.
Sugerencia: Mantén ordenada tu
mochila para que encuentres las cosas más fácilmente.
Conclusión: Si te organizas, te
ahorrarás el estrés de olvidar las cosas, llegar tarde y sentir que nunca te
alcanza el tiempo para atender otros asuntos importantes.
¿Por
qué no comienzas desde ahora? Piensa en un aspecto de tu vida en el
que necesites organizarte. Luego, pídeles a tus padres o a un amigo que te den
ideas para mejorar.
Busca ayuda
Contar con un sistema de apoyo es indispensable no solo para salir
adelante ahora, en tu vida escolar, sino también para conseguir cualquier
objetivo en tu vida adulta.
¿QUIÉNES pueden
contribuir a tu éxito en los estudios?
Tu familia.
Una joven brasileña de 18 años llamada Bruna cuenta: “Cuando necesitaba
ayuda con una tarea, mi padre me explicaba el tema y me hacía preguntas
orientadoras, pero dejaba que yo misma encontrara las respuestas”. *
Sugerencia: Para empezar,
pregúntale a uno de tus padres cómo le fue en la asignatura en la que estás
fallando. Si le fue bien, será la persona indicada para ayudarte.
Los profesores.
Cuando hay un alumno que realmente quiere aprender, la mayoría de los
profesores se alegran y con gusto le ofrecen su ayuda.
Sugerencia: Simplemente, dile a
tu profesor: “Ando flojo en esta materia, pero quiero entenderla bien. ¿Qué me
recomienda?”.
Un tutor.
Tal vez un buen amigo de la familia pueda tenderte una mano. Esto
presenta una ventaja doble: por un lado, obtienes la asistencia que necesitas,
y, por el otro, aprendes a pedir ayuda cuando hace falta, una costumbre que te
será de gran provecho cuando seas adulto. Lo cierto es que el éxito en la
mayoría de las empresas de la vida es fruto del trabajo en equipo, como el de
una orquesta, y no del esfuerzo individual, como el de un instrumento
solista.
Sugerencia: Pregunta a tus
padres quién pudiera ser un buen guía o tutor para ti.
Conclusión: No hay nada de
malo en pedir ayuda.
¿Por
qué no comienzas desde ahora? Escribe el nombre de dos o tres
personas a quienes admires. ¿Podría alguna de ellas ayudarte con tus deberes?
“Mi profesor favorito”
“Mi profesor favorito era muy
estricto, pero todos lo respetábamos. Era dinámico. Hacía gestos y se paseaba
de un lado al otro del salón mientras hablaba. Cuando se discutían temas en
clase, lograba que todos interviniéramos. Si no entendías algo, él te
lo explicaba pacientemente hasta que entendieras. No le molestaba que le
hiciéramos preguntas; al contrario: decía que las preguntas le dejaban ver lo
que no habíamos entendido y lo ayudaban a ser mejor maestro.
Se interesaba en cada uno de nosotros. Muchos se inclinaban por seguir una
carrera en Contabilidad —la materia que él enseñaba— después de asistir a su
clase un año nada más.” (Alana, Australia.)
Cuida tu
salud
Cuidar tu salud mejora tu rendimiento en los estudios, así como tu
calidad de vida.
TU CUERPO es un regalo de Dios, y lógicamente debes cuidarlo. Imagínate
ahora que tienes un automóvil pero que nunca sacas tiempo para mantenerlo en
buen estado: como es de esperar, tarde o temprano empezará a fallar.
Lo mismo puede sucederle a tu cuerpo. ¿Qué tipo de “mantenimiento” debes
darle?
Descanso.
Si duermes poco te ves demacrado, te sientes sin fuerzas y atontado, y
con el tiempo hasta te puedes deprimir. En cambio, descansar lo suficiente
te renueva las energías; además, acelera tu crecimiento, mejora el
funcionamiento del cerebro, refuerza el sistema inmunitario y aumenta tu
bienestar emocional. ¡Tantos beneficios con tan poco esfuerzo!
Sugerencia: Procura acostarte a
la misma hora todas las noches.
Buena nutrición.
Los adolescentes crecen con rapidez. De hecho, entre los 10 y los
17 años, casi todos los muchachos duplican su peso corporal (sin contar la
grasa). También las muchachas dan un estirón. El cuerpo en crecimiento
exige grandes cantidades de “materia prima” y energía. Por eso, proporciónale a
tu cuerpo la nutrición necesaria.
Sugerencia: No te saltes
el desayuno. “Llenar el tanque” antes de clases es beneficioso para la
concentración y la memoria a corto plazo.
Ejercicio.
Se reconoce que “el ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo
esté sano”, Traducción en lenguaje actual).
El ejercicio fortalece los músculos y los huesos, aumenta la resistencia,
contribuye a regular el peso, mejora la capacidad mental, incrementa la
inmunidad, alivia el estrés, levanta el ánimo y, encima de todo, puede ser
entretenido si practicas actividades que te gustan.
Conclusión: Dormir lo
suficiente, comer bien y hacer ejercicio moderado mantendrá tu “motor” en
funcionamiento; esto, a su vez, te permitirá rendir más en clase. *
¿Por
qué no comienzas desde ahora? Inicia un programa equilibrado de
ejercicios. Lleva un registro de tus hábitos de sueño y alimentación durante un
mes y observa dónde tienes que mejorar.
“Después de una
caminata me siento con más energía, incluso si al comienzo estoy cansado.”
(Jason, Nueva Zelanda.)
“Mi lema es: ‘Dios
hizo los alimentos para que sean el combustible del cuerpo’, y yo quiero
echarle a mi cuerpo el mejor combustible.” (Jill, Estados Unidos.)
“Tres veces a la
semana salgo a correr y dos veces a caminar o andar en bicicleta.
El ejercicio me da más energía y me quita el estrés.” (Grace, Australia.)
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